Colgó las botas con 18 años porque tenía claro que lo suyo eran los banquillos. Rubén de la Barrera con tan solo 32 años ya sabía lo que era entrenar en Segunda División A. Aunque su éxito como entrenador llegó en 2016 cuando se puso al frente de la Cultural y Deportiva Leonesa, a la que ascendió al fútbol profesional. El entrenador culturalista ha compartido con el Instituto del Deporte Español su perspectiva respecto a diferentes contextos de juego.
Pregunta: ¿En qué difiere su concepción de “lado fuerte” y “lado débil” en relación a lo estipulado?
Respuesta: Convencionalmente entendíamos por lado fuerte y débil aquellos espacios del poseedor y puestos específicos colindantes y creo pues eso tiene que ver. A su vez debería completarse todavía más esa definición atendiendo a aquellos objetivos secuenciales del momento en el que se inserta precisamente una determinada acción, pero básicamente atiende a los puestos colindantes con respecto a poseedor. Más allá podríamos hablar de capacidades de esos determinados sujetos que pueden intervenir de manera directa en esa acción o en relación a fases o relación entre mismas.
P: Dónde encuentra más ventajas en fase defensiva: ¿cerrando a jugadores dominantes para evitar progresión rival o posibilitando la intervención de esos jugadores en un contexto y zona del campo no habitual donde resulten menos determinantes?
R: Disuadiendo a aquellos jugadores dominantes en un primer momento de la jugada lo considero importante y en un segundo momento, a aquellos jugadores determinantes en el último momento de la jugada creo que es un aspecto más que interesante. Por poner un ejemplo, aquellos más capacitados ofensivamente hablando y en términos de desequilibrio si considero que sería preferible que fuesen receptores a través de futbolistas que actúan más próximos a ellos y más en este caso de futbolistas que actúan en un mismo perfil.
P: ¿Cree que un inicio de juego generando contextos de riesgo y de atracción rival proporciona ventajas significativas en la fase de finalización?
R: Todo supone un riesgo, creo que el ataque tiene que ver con lo que tú eres, pero más si cabe con lo que te permite o no el rival. Por lo tanto, un contexto de riesgo si lo relacionamos en este caso a un inicio por cuyas ubicaciones y posibles relaciones implican hacerlo en un espacio próximo a tu portería, eso precisamente conlleva el atraer un grupo importante de defensores rivales. Si uno es consciente de lo que va provocando a medida de lo que va haciendo, siempre considero que el atraer en este caso para poder llegar a la ventaja con jugadores más alejados va a resultar productivo.
P: ¿Presión tras pérdida desde una estructura inestable?
R: No. Entiendo que todo lo que se genera va precisamente de atentar con la inestabilidad más propia. Uno cuando dispone de la pelota considero que tiene que ir generando inestabilidad precisamente en el rival y no en su propia estructura. Por lo tanto, la presión tiene que ver con lo que sucede previamente y seguramente con ese estado presente en el momento en el que ocurra. Todo eso tiene que precederlo una estabilidad.
P: ¿En qué facilita la transición defensiva una propuesta que fomente la densidad ofensiva precedente?
R: La ventaja y la densidad ofensiva en un primer momento van a facilitar el posterior encadenamiento. De manera que, desde la densidad y la progresión simultanea de balón y jugadores muy probablemente facilitaran esas primeras conductas presionantes en un espacio que si, por el contrario, eso se produce desde el caos y de encontrarnos dispersos en el espacio.